Vietnam: una visita que debiera despertar el ánimo comercial del Mercosur

Pero tratándose de un importante socio comercial de Argentina y de una de las
economías del sudeste asiático protagonistas del mayor crecimiento de las dos
últimas décadas, Vietnam debiera ser más visible para los argentinos, en particular
para los responsables de política, amén de los hombres de negocios.

Presidente de la Asamblea Nacional de Vietnam Vuong Dinh Hue.

La economía vietnamita ha crecido a tasas constantes desde el inicio del siglo
superiores al 5% anual
y una vez superados los efectos de la pandemia de 2020 ha
retomado ese vigoroso impulso, hasta alcanzar ahora una tasa de aumento del PBI
cercana al 8% anual. Siendo además un mercado en franca expansión, que comprende a 90 millones de habitantes con un índice de pobreza del 12% (una tasa que lamentablemente antes nos hubiera parecido elevada y hoy debemos envidiar), resulta fácil advertir la oportunidad que representa Vietnam.

Se trata de un país que ha invertido fuertemente en infraestructura, en particular en
puertos y vías de comunicación, por lo que no deja de resaltar como un puente de
acceso al sudeste asiático. Y esa vía de entrada se acentúa como alternativa por
ser Vietnam un socio activo de la ASEAN (la asociación comercial del Asia-Pacífico)
que ha establecido amplios acuerdos de libre comercio bilateral y multilateral para
expandir sus exportaciones, principalmente de manufacturas, algunas de bajo valor
agregado como textiles y calzado deportivo, pero también de otras más complejos
como productos electrónicos.
Su PBI bordea los USD 500 billones (miles de millones) y su desempeño ha estado
a la cabeza entre los nuevos países emergentes. El presidente pro tempore del
Mercosur Ignacio Lula de Brasil ya ha iniciado las conversaciones para sumar a toda
nuestra región sur a un posible acuerdo de libre comercio con este nuevo tigre
asiático
, mientras se demora la aprobación definitiva y la consecuente
implementación del acuerdo con la Unión Europea.

Vietnam saltó de aquella economía socialista y estatista de la posguerra de
independencia, cuya finalización oficial ocurrió en 1975, a una economía de
mercado sui generis que sigue en cierta forma el modelo chino de incorporación a la
iniciativa privada y la apertura comercial, alentando la inversión extranjera directa,
aunque mantenido ciertos rasgos políticos autoritarios y de administración
centralizada propios del antiguo régimen.

No llegó a este cambio de un día a otro. Hubo incluso un interregno de al menos
una década en el que Vietnam se mantuvo en su estado preindustrial y sin mayor
desarrollo. Ante el fracaso y la frustración los gobernantes de ese país debieron dar lugar a una nueva política económica más amplia de miras, seguramente ante la visión del ejemplo de las economías vecinas y de la propia China, con la que del otro lado mantiene una relación compleja no exenta de mutuos resquemores en
materia de defensa territorial (incluyendo la disputa por el Mar de la China en el área
limítrofe).

Este cambio significó una trasformación en las ideas y en las acciones consecuentes. A ello colaboró también el propio pragmatismo norteamericano que, así como había abierto relaciones comerciales con China, su otrora enemigo comunista, hizo lo propio con Vietnam, al comienzo como un mercado de mano de
obra barata para la elaboración de productos de consumo masivo, pero posteriormente con una participación más amplio en otras industrias.

A esta apertura al comercio internacional y las relaciones más amplias con el mundo
exterior los vietnamitas la califican como la política del bambú
, una planta de fuertes
raíces, pero de tronco flexible, es decir una defensa férrea del interés propio, pero
con pragmatismo para dar lugar a los beneficios mutuos que cualquier relación comercial debiera significar.

La Argentina es un activo exportador de alimentos y tiene con el país asiático un
saldo comercial favorable,
con muchas posibilidades de crecimiento para ambas
partes. Por caso si nuestro país lograra dar el salto como exportador de energía
encontrará en Vietnam un mercado receptivo, siendo que se trata de una economía
que importa combustibles y que piensa en el medio ambiente, abriendo oportunidad
a las nuevas formas de energías limpias.

Pero con el agregado de una visión de negocios más amplia, seguramente muchos
productos industriales argentinos podrán participar de la economía vietnamita, así
como insumos de ese país asiático amén de productos terminados podrían ingresar
a nuestra economía. Otros vecinos extra Mercosur ya han tomado nota de estas
alternativas y están llegando a Vietnam con sus alimentos y otros productos así
como con turismo receptivo. El punto es aprovechar la oportunidad, impulsar ese
crecimiento de la relación bilateral, al menos no como una intervención directa sino
con el ánimo de la facilitación del comercio
. Y para ello es claro que cabe apoyar la
iniciativa de Lula para el logro de un acuerdo de libre comercio con el Mercosur.

Vietnam es parte de la Organización Mundial de Comercio por lo que los productos
de la región no deberían enfrentar mayores restricciones, si bien es conocido que
para algunos casos existen o más bien persisten las prácticas proteccionistas para
arancelarias, lo cual, según los europeos, que están muy interesados en intensificar
sus relaciones con Vietnam, resulta más notorio en materia de servicios.

El desafío es amplio. Y no es solo una cuestión económica, es también política. En
primer lugar, no se puede ignorar la preocupación de Brasil por nuestras futuras
decisiones respecto de la relación bilateral y del Mercosur, al que se agrede de
palabra y también de hecho, esto último por parte de aquellos que proclaman amplia
amistad y a la vez ponen trabas al comercio regional.

Algunos sectores políticos argentinos tienen reservas respecto de la izquierda brasileña, pero más allá de tales diferencias es evidente que el Presidente de Brasil Lula da Silva ha encardo con responsabilidad su tarea en la presidencia pro tempore y ha asegurado respetar los acuerdos de Mercosur e impulsar su ampliación hacia
otros ámbitos y no ha dado cabida a las dudas y resguardos de otros miembros del
bloque regional, como Uruguay y Paraguay, que han sugerido hacer acuerdos comerciales por cuenta propia Y en ese punto y siendo realmente el Mercosur un mercado estratégico para Argentina, la gestión de Lula -sin perjuicio de criticar lo que nos parezca inadecuado- debe merecer el apoyo argentino.

En segundo lugar, los líderes políticos deben medir mejor sus palabras. No cabe en
esa materia internacional mezclar lo que puede ser motivo de discusión ideológica
interna con las relaciones exteriores, excepto en lo que hace a los grandes principios, como es el caso del respeto irrestricto a los derechos humanos, cuestión en la que Argentina asumiendo su historia, no debe dar lugar a ambigüedades o doble estándar de medición.

Vietnam parece un país lejano, pero puede estar más cerca. La Argentina sigue aislada en términos comerciales prácticos en un contexto internacional muy dinámico, por lo que una actitud proactiva en materia de política comercial más que urgir resulta imprescindible. Y Vietnam representa un caso para no desperdiciar.

Por Mario Alejandro Scholz, analista internacional.

———————–
Fernanda Andrea Sanchez
Coordinación general y periodística

Martín Zevi
Coordinación del Dpto. Audiovisual

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *